Todavía te siento empujando tu corrupto
pene dentro de estas piernas.
Fiera egoísta, crucificándonos
en tus garras del capitalismo,
todavía te siento golpeando
en mi matriz tierna ¡No!
Eres mi hijo – mestizo – espero que nazcas sin seso. ¡No!
Nunca quería coquetear con la muerte, pero tú,
corsario embutido, cortas mi pelo ambrosial
y mientras comer piel áurea, dices Es para mejor.
¡Baladrón! Mis senos ceden por el cáncer
de tus bombas besando las curvas de mis fincas.
Corporizas el Cornudo. Marchitamos de miedo
de tu verde veneno, y las vaginas violadas
siguen sangrando generaciones.
Corroborado por tu blancura, nos dejas
con una cultura cambiada,
con córneas destruídas –
sin lenguas nativas,
asidas por las gargantas,
rezando por las vidas – ¡Pleese!
Yo soy la cordera corrugada y cortada,
corcovada sin coraza, estrangulada por la esclavitud.
No es mi destino quedar encarcelada
como el Estado Libre Asociado de Puerto Rico.
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